Lucha Social




En aquel tiempo comenzaron a nacer algunas mujeres que tenían pene. Yo no fui una de ellas. De todos modos las mujeres ya éramos mayoría cuando esto sucedió. En algunos pocos años, más de la mitad de las mujeres tenían uno y los hombres comenzaron a ser innecesarios. Tengo claro que aquel fue el momento de quiebre, cuando de año en año la proporción de nacimientos de mujeres penadas superó en proporción de dos a uno a las mujeres del antiguo formato, y estas últimas en proporción de cuatro a uno a los hombres.

Una teoría popular aseguraba que una mutación genética, quizás causada por la costumbre y el anhelo, estaba igualando los géneros y que las mujeres con pene eran el nuevo género masculino en tanto que las que no lo tenían permanecían en el femenino. Antes que la mayoría femenina formara el nuevo Partido del Progreso Feminista, intentando frenar el peso social del nuevo género, el congreso, aún dominado por la antigua falacia democrática, pasó una ley de matrimonio amplio, que reconocía de manera exclusiva y excluyente la unión civil de dos o más mujeres, entre las cuales, al menos una debía tener pene de manera que no se violentara el precepto legal que sólo reconoce el nombre de matrimonio a una unión civil que contemple la posibilidad de procreación autónoma, sin importar que esta se concrete o no, ya fuera por voluntad de los contrayentes o caso fortuito. Con todo, la ley permitía la unión de varios miembros de manera de aumentar hasta la casi seguridad la posibilidad de procreación, aun cuando en los hechos ésto no tenía ninguna importancia real.

A consecuencia de la nueva ley de matrimonio amplio la tasa de nacimientos aumentó de modo considerable. Pronto se comprobó que la cópula de mujeres hermafroditas sólo reproducía mujeres con pene. Fue por esa época en que comenzó a formarse el Movimiento Machista Organizado, u OMU por sus siglas en inglés y se inscribió, aunque con muy baja adhesión, el Partido Organizado de Defensa del Género Masculino, o MGDOP (ídem). En tanto, los viejos partidos históricos, incapaces de dar respuesta a la presión social por reformar de manera estructural las instituciones políticas y los modelos económicos que obedecían a las añejas reglas del mercado, habían perdido su peso e influencia, reduciéndose a pequeños grupos de amigos nostálgicos que se reunían en clubes sociales donde se comía y bebía de modo abundante en torno a inútiles tertulias en las que, mientras duraba la sobriedad, se discutía las viejas doctrinas ya caducas. Perdida aquella, la tertulia solía caer en los temas frívolos de siempre, que recordaban los tiempos idos en que el genero masculino, ahora casi desaparecido, era dominante y disfrutaba de los mayores privilegios, hoy distribuidos, se dice que equitativamente.

En los tiempos que corren ya casi no existen hombres, y los pocos que todavía perviven suelen esconder su condición, que ha derivado en vergonzosa y aberrante. Muches de nosotres, en especial les más jóvenes, creen que la casi extinta condición masculine es sólo una enfermedad que puede curarse a base de rigurosos tratamientos psiquiátricos y fisiológicos que deben aplicarse a más tardar en la adolescencia temprana, de manera de evitar que el mal se haga crónico.

Se sabe, por cierto, de casos de algunos hombres que han sincerado su condición y demuestran su interés de integración sometiéndose a operaciones correctivas que cercenan los genitales residuales y modelan invaginaciones que simulan la estructura hermafrodita de las nuevas generaciones. Es necesario destacar que estas operaciones no restablecen en el paciente la función natural de procreación, lo que en ningún caso es sensitivo, debido al desuso de esta funcionalidad. Habrá que dejar claro que la acción genital principal, aunque posible, no es la de procrear, lo que es considerado inapropiado, sino el placer sensual. Sólo se sabe de algunes persones de clase privilegiade que tienen los recursos para viajar al extranjero y someterse ahí a los cuidados clínicos que les permiten dar a luz y adoptar a sus hijes, como obliga la legislación en curso. Como sea, esta costumbre arcaica de las elites económiques resulta del todo inútil, debido a que a nivel de los tres años les niñes deben ser entregados a las instituciones de educación estatal, para su entrenamiento y condicionamiento. No obstante, las clases privilegiades la reivindican por cuanto resulta más barata, más cómoda y gratificante que la adquisición de mascotas y evita la obligación de tenencia responsable.

Desde la reforma a la democracia, que aprobó la nueva Constitución Progresista Igualitarista hay una fuerte presión social por aprobar, como ya ha sucedido en todos los países desarrollados, la ley de proscripción de la procreación sexual y de aborto obligatorio. Por desgracia los viejos partidos conservadores, amparados en viejas doctrinas ya caducas, el OMU y su brazo político el MGDOP han obstaculizado la aprobación de la ley, aprovechando los últimos bastiones antifeministas y machistas que aún obstruyen la voluntad del pueble en base a quorums calificades. Sostienen, quienes defienden estas postures, que la práctique del sexe debe mantenerse ligade al amor y no al placer como ya desde antiguo lo estiman las grandes mayoríes a lo largo y ancho del munde tode; por ello su fin últime y sagrade sería la procreación amorose de los hijes. Permítaseme decirlo: ¡Qué absurde!

En este contexto de la luche social se realizó, ayer, la marche multitudinarie en la capital y en todes les grandes urbes del país, para exigir al gobierne de le presidente Ángele Bartolé que cumpla con su promese de campañe para reformar la constitución y acabar con los quorum calificados, de modo que la mayoríe siempre prevalezca. ¡Sí! Lo digo sin vacilar: ¡Hay que terminar con las minoríes regresives e igualar de una buena vez todes les criteries!. Por desgracie, siempre quedan pequeñes grupes, que siempre entorpecen el dereche a manifestarse libremente y han hecho derivar nuestre marche en una luche violente que ha causado destrucción de bienes públiques y propiedad privade.

He decidido escribir este crónique desde mi celde de reclusión, ya que he side injustamente detenide por las fuerzas especiales de la policie que combatía los motines frente al palacie de gobierne, confundida con un hombre, cuando huíe de los gases lacrimógines, en medie de la turbe. La mayoríe de los detenides que me acompañan son hombres, que ni siquiera se han operado (entre ellos lo reconocen, y conmigo en tanto piensan que soy une de elles) y sólo se disfrazan y esconden bajo sus vestimentes feminoides de combate y las capuches y máscares que ocultan sus rostres. He aprovechade, so pretexte de unirme a sus grupes anarquistes machistes, de tomar debide note de les identidades de sus cabecilles y de elles mismes, para colaborar con esta informacién a le Inteligencie Polítique de Control de Genere Sociel.

Hoy sobre las tres de la tarde hemos enfrentade al juez, un caballero negrísimo, desde su vestimenta y sus eternos años, que aún cuando pretendía disimular con su vieja peluca magistral su verdadero genero, era notorio que pertenecía esa añeja generación masculina de magistrados que hacen tanto daño a nuestro sisteme jurídique que no termina de renovarse. Érames un grupe de más o menes cuarente y cinque detenides. La mayoríe fue dejade en libertad por falte de pruebes o por considerarse ilegal las circunstancies de su detencién.Sólo fuimes sometides a procese un pequeñe grupe de unos seis detenides contumaces en las revueltes y ye misme, que aunque no había mérite en la detencién, Su Señoria me observó con extremade atención durante los interrogatorios y en especial cuando declaré personalmente. Nunca me mirabe a les ojes; siempre me examinabe, con lujurie manifiesta, les senes y les piernes, de manere que es segure que percibié que ere mujer y sin expresión de cause me decreté prisión preventive de novente díes para investigar los heches delictives.

¡Le luche por le igualded nunca cesa mientras exista hombres!

Kepa Uriberri