Discursos alternativos

Veía en un programa de televisión la participación del rector de la universidad estatal más importante. Me llamó la atención su manera de construir sus raciocinios. En un sentido por completo inverso, he visto razonar al rector de cierta universidad privada dependiente de alguna orden confesional. No me refiero, en modo alguno, al contenido de las ideas que defiende uno y otro. No. Me refiero al proceso del raciocinio. Creo que en mi manera de ver y analizar el mundo y sus habitantes; en especial sus guías y dirigentes, es mucho más preponderante el procedimiento del pensamiento de las personas que el contenido de sus ideas. Es que alguien que tiene la inteligencia apropiada para desarrollar un pensamiento convertible en proyectos y actos será siempre mucho más positivo y deseable que el que sólo cataloga de acuerdo a órdenes aleatorios las ideas. En ese último proceso se suele utilizar conceptos de fuerza reiterativa, sin enjuiciar sus valores.

Voy a ejemplificar, porque a veces es una forma más clara de explicar: En términos gruesos hay dos formas de pensamiento. Cada una de ellas está representada por los rectores que mencioné al comienzo. La primera va enlazando palabras o vocablos a base de las que desarrolla un discurso ondulante que puede resultar eterno y vacío. Es el discurso de los políticos, y un rector de una institución estatal es elegido con criterios políticos. Por ejemplo, se le invita a desarrollar la idea de "teléfono". Dice entonces:

- Sí. Teléfono. Hoy sonó muy temprano, mientras salía el sol, que no pude ver por la bruma matutina. El primer matutino que recibo es El Heraldo que me recuerda al ministro de relaciones exteriores, por su nombre. Él estudió en nuestra universidad, que como se sabrá es estatal, entre las que no puede haber diferencia ninguna porque el estado es público. El público repletaba los carros del metro cuando fui a tomarlo, por lo que decidí ir a la universidad en mi auto, que tendría que estacionar en el gran patio que colinda con el Instituto Nacional de donde han egresado la mayor cantidad de rectores, que como yo, han dirigido los destinos de la educación que en veinticinco años de democracia jamás ha sido gratuita. Usted dirá que es negligencia del Instituto Nacional que ha producido la mayor cantidad de presidentes de la república a lo largo de su historia y nada han hecho al respecto. Es que para hablar de fracasos se podrá ver que en la Corte de La Haya al equipo del ministro de relaciones exteriores no le fue nada bien con un catorce a dos, que si le hubiera sucedido al entrenador de la selección no habría sido campeón de América. Recuerdo que esa mañana, después de ganar la copa, el té fue mas dulce y el pan de marraqueta más crujiente. Fue una mañana alegre de sol, no como hoy que la bruma lo ocultaba cuando sonó el teléfono: ¿Me comprende usted?.

Por fortuna para el hablante, el azar lo lleva a cerrar un ciclo al mencionar por segunda vez el teléfono, lo que le permite clausurar el discurso. Esta forma de raciocinio es frecuente en los políticos, ya que divagan, libres, por los pensamientos, donde, de modo aleatorio, se van estrellando con conceptos útiles para denostar al enemigo o alabar al compañero, a la vez que eluden responder cuestiones difíciles. El buen político utiliza esta forma de desarrollo del discurso de modo intencionado. Un rector de universidad en modo alguno debe ser un buen político.

El segundo rector, frente al mismo desafío podría desarrollar un discurso más efectivo, que llenara de significado el concepto de teléfono. Por ejemplo:

- ¡Qué maravillosa capacidad tiene el hombre de poder compartir conceptos e ideas tan finas y precisas en todos los ámbitos de su interés!. Nótese como se conjuga el fenómeno de la electricidad con el del magnetismo y la mecánica vibratoria, todos fenómenos de expresión simple, pero de muy alta complejidad. Alguien descubre y enseña la electricidad a través de la transmisión precisa de conceptos, cuyo desarrollo permite a otro descubrir el magnetismo y a un tercero, en la misma mecánica de comunicación, aprovechar esos conceptos para crear un aparato que permite, ahora, transmitir ideas e información a grandes distancias, superando, a través del teléfono, un viaje, de otro modo, lento. Si se analiza la cuestión, es posible percibir que ese aparato y su desarrollo, hasta llegar al teléfono moderno, dúctil y versátil, produjo en la comunicación y compartición de ideas una aceleración cuyo efecto ha sido el vertiginoso desarrollo del hombre actual. A la vez la aceleración del desarrollo del teléfono como artefacto imprescindible y portador del conocimiento y pensamiento colectivo, puede tener efectos insospechados para el hombre. El teléfono es el gran paradigma de nuestra era y se le debiera destinar mucho más pensamiento y dedicación, porque puede ser el instrumento que marque el rumbo de la gran sociedad universal, globalizada, de mañana.

Por supuesto, como en el primer caso, el contenido del discurso es ficticio y sólo tiene carácter de ejemplo. En este segundo podría encontrarse una estructura de pensamiento que se ata en todo momento al concepto principal y sus implicaciones.

Un escolio, casi innecesario, queda enredado, dando vueltas en esta divagación: ¿Hacia donde va la educación superior pública, y su principal consecuencia: La cultura?.

Kepa Uriberri